domingo, 24 de julio de 2011

La crisis humanitaria en el Cuerno de África exige un compromiso firme de la comunidad internacional

- Más de 10 millones de personas sufren hambre extrema
- Es la primera vez desde 1992 que se decreta el estado de hambruna
- ONG españolas ofrecen ayuda humanitaria en la zona

Madrid, 22 de julio de 2011.

Más de 10 millones de personas sufren el Cuerno de África una de las 
crisis humanitarias más graves de las últimas décadas. La peor sequía en 60 años, los conflictos en la región y la enorme subida de los precios de los alimentos han provocado una durísima crisis alimentaria en Somalia, Etiopía, Yibuti y Kenia. Las dimensiones de la crisis son tales que Naciones Unidas ha decretado el estado de hambruna en el centro y sur de Somalia, la primera vez que se declara desde 1992.

En algunos lugares ha muerto hasta el 70% del ganado, la malnutrición llega a afectar hasta al 35% de la población y el acceso al agua es menor de 4 litros diarios. La población somalí está huyendo hacia Etiopía y Kenia, en donde los campos de refugiados registran niveles cuatro veces superiores a su capacidad. Las organizaciones que trabajaban en la zona, han redoblado sus esfuerzos para atender a las personas que huyen, aunque sólo se cuenta con fondos para el 20% de la población y los servicios están sobrepasados.

A los estragos producidos por la sequía y los conflictos, se unen las especulaciones con los alimentos de primera necesidad. Según Olivier de Schutter, relator de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, “el hambre es un problema político”. Sus raíces de hunden en especulaciones financieras en bolsas de Estados Unidos y Europa. “Se calcula que el alza de los precios de los alimentos registrada desde julio ha empujado a la pobreza a 44 millones de personas” (casi la toda la población de España).

La gravedad de la situación exige una actuación inmediata de la comunidad internacional; no en balde 189 países se comprometieron en 2000 a reducir a la mitad el hambre en el mundo para 2015. A cuatro años de que se cumpla la fecha, aún pueden dar un giro al timón y cambiar el rumbo. Más de 10 millones de personas lo merecen.

Más información:

 Yolanda Polo Tejedor (Yolanda.polo@coordinadoraongd.org) 91 523 4905

martes, 19 de julio de 2011

La crisis del Cuerno de África desde el campo de refugiados de Dadaab

                                           Faduma, junto a los tres hijos que han sobrevivido.


El campo de refugiados de Dadaab se ha convertido en la cara de lacrisis alimentaria en esta región. Cerca de 1.400 refugiados somalíesentran cada día en este campo hacinado en la esquina noreste de Kenia. Muchos de ellos han caminado durante semanas a través del desierto, atenazados por el hambre, la sed y el miedo. Es un viaje peligroso y difícil que ya se ha cobrado la vida de demasiados.
Mujeres como Faduma Hussein Yagoub han llegado recientemente. Faduma, una discapacita por la polio que no puede caminar, se sentó durante quince días en un carro tirado por burros para cruzar la frontera. Su marido y dos de sus cinco hijos murieron en el camino y ella fue atacada por bandidos armados que robaron las pocas pertenencias que le quedaban. Agotada y desnutrida, Faduma logró llegar finalmente a Dadaab, donde vive junto a sus hijos en una tienda pequeña, con apenas suficiente alimento y agua. Otros 60.000 refugiados más, en condiciones igualmente trágicas, se arraciman a las afueras del campo.

Las agencias humanitarias multiplican sus esfuerzos por ayudarles, pero los refugiados también se han unido para ayudarse unos a otros. Faduma no puede caminar, así que son otros refugiados los que recogen para ella las pequeñas raciones de alimentos. Medina Farah Yusuf vive bajo un árbol, pero se las ha arreglado para hacerse cargo de cuatro niños huérfanos que de otro modo podrían haber muerto de hambre.
"Hace mucho frío en la noche", dice. "Los niños lloran, porque solo tenemos una manta. Estamos desprotegidos y a la intemperie, bajo este árbol. Me preocupa que las hienas ataquen a los niños". Es un miedo muy real. Muchos niños débiles y desnutridos han sido atacados por animales salvajes.
La situación en Dadaab es desesperada, pero también estoy asombrado e inspirado por la forma en que estas mujeres están haciendo todo lo posible para sobrevivir y ayudar a otros. Tenemos que ayudarles a hacer esto. Como dijo uno de mis colegas aquí, "Cuando las mujeres y los niños han hecho viajes tan increíbles para llegar a estos campos, lo menos que podemos hacer es asegurarnos de que haya alimentos y agua, y cuidar de ellos cuando llegan."
Decenas de miles de refugiados procedentes de Somalia -donde los años de guerra y la inseguridad han hecho que los efectos de la sequía sean aún peores- están llegando a Etiopía, donde los campos están simplemente saturados. La crisis de los refugiados merece la atención del mundo. Pero también debemos recordar a las comunidades locales.
El noreste de Kenia y el sureste de Etiopía, hacia donde huyen los refugiados, no nadan en el verdor y la abundancia. Ellos también están sufriendo una de las peores sequías que se recuerdan. Las fuentes de agua se han secado, la tierra es dura y baldía, y los animales domésticos están muertos o demasiado débiles para moverse. Algunas aldeas en el noreste de Kenia no han tenido lluvias en dos años.
Mientras los equipos de televisión y los políticos contribuyen a concienciarnos sobre la situación en Dadaab, los pueblos de alrededor están todavía muy lejos de la atención, pero también necesitan nuestro apoyo.