domingo, 4 de marzo de 2012

El presidente de Senegal tropieza con las urnas

EL PRINCIPAL OPOSITOR EN ESTAS ELECCIONES CONSIGUE EL 26% DE LOS VOTOS


La segunda ronda en las elecciones senegalesas complicará las cosas para el actual presidente Wade, que se presentó a la reelección en contra del mandato constitucional.



JOSÉ NARANJO* / DAKAR
VIERNES 2 DE MARZO DE 2012.  NÚMERO 169

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Foto: José Naranjo
Lo que no pudieron las piedras lo han logrado las urnas. Tras un mes de disturbios contra la candidatura del actual presidente, Abdoulaye Wade, a las elecciones presidenciales, este domingo 26 de febrero el pueblo senegalés habló a través de las urnas y forzó una segunda vuelta electoral entre el presidente Wade, que sigue contando con enormes apoyos, y su exprimer ministro, Macky Sall, quien a priori cuenta con más opciones que el presidente para obtener el respaldo del resto de la oposición en el balotaje [elección de cargos] y convertirse en el próximo presidente de Senegal.
Una lección de democracia
Senegal ha dado una lección de democracia. Tras 30 días de cólera popular por la validación de la candidatura de Wade a las elecciones presidenciales (ya ha cumplido dos mandatos, el límite que fija la Constitución), la jornada electoral del do­min­go transcurrió en calma y sin apenas incidentes. Lo más destacable, que anunciaba quizá lo que ocurrió luego, fue el abucheo al propio Abdou­laye Wade cuando acudió a votar en su colegio electoral del barrio de Point E en Dakar. A las seis de la tarde, como estaba previsto, las mesas electorales comenzaron a cerrar.
El recuento se ha producido con gran lentitud, pero prácticamente a la vista de todos. A falta de resultados oficiales, los medios de comunicación y la red social Twitter –a través de su exitoso hashtag #sunu2012, a razón de 80 tuits al minuto– han ido facilitando el recuento mesa a mesa y colegio a colegio, lo que ha permitido ir apuntando tendencias y descubriendo, lenta pero inexorablemente, que la rápida victoria en primera vuelta que Wade había pronosticado se difuminaba como por arte de magia y que emergía la figura de un candidato que ha sabido trabajarse, voto a voto, el apoyo de sus compatriotas: Macky Sall.
Aunque no representa una opción ideológica diferente a Wade (liberal) e incluso fue su primer ministro durante tres años (entre 2004 y 2007), Macky Sall, de 50 años, ha sido el más listo de la clase. Tras su ruptura definitiva con Wade, en 2008 decidió crear su propio partido, Alianza por la Repú­blica, e iniciar por su cuenta y riesgo una campaña de cuatro largos años que le llevó a patear todos los rincones del país recabando apoyos para hacer frente al omnímodo poder de Gorgui (como se conoce popularmente a Wade). Ingeniero de profesión, en 2009 logró alzarse con la alcaldía de su ciudad natal, Fatick. Macky Sall no es en absoluto un desconocido o un recién llegado en la política senegalesa. Llevó en volandas a Wade a la reelección en 2007 como su jefe de campaña y, tras la ruptura con su mentor, ha puesto en práctica toda esa experiencia acumulada.
Quizás por esta razón fue el primer líder de la oposición que abandonó la dis­ciplina del Movi­mien­to 23 de Junio (M23) y se puso a hacer campaña electoral por su cuenta mientras el resto de candidatos se empeñaba en el esfuerzo de organizar manifestaciones y concentraciones en la plaza de la Independencia, chocando una y otra vez con la policía pero también con su propia incapacidad de movilizar a gran parte de la sociedad senegalesa. Algunos de ellos, como Idrissa Seck, lo han pagado en las urnas.
En contra de la Constitución
Macky Sall ha sabido recoger el enorme hartazgo del ciudadano medio de este país hacia un presidente de 85 años que ya lleva doce años en el poder y que quería mantenerse en él a toda costa, pasando incluso por encima de su propia Constitución.
Sin embargo, ya el mismo día de las elecciones quedó claro que Wade está dispuesto a presentar batalla hasta el final y en todos los frentes. El domingo por la noche, el portavoz presidencial, Serigne Mbacké Ndiaye, anunció, contra todos los datos que iban apareciendo y esgrimiendo supuestas cifras parciales, que Wade había ganado en primera vuelta “con un porcentaje de entre el 52 y el 54% de los votos”. Los resultados oficiales, conocidos el miércoles tras casi cuatro días de recuentos, arrojaron un 34% de votos para Wade y un 26% para Sall.
Esta sorprendente declaración hizo temer a todos lo peor, y el propio Macky Sall respondió con una rueda de prensa de madrugada en la que aseguraba que “quien quiera que esté tentado de violar la soberanía del pueblo tendrá que asumir la responsabilidad de la cólera popular”, en un claro aviso al entorno presidencial. Sin embargo, el lunes, el propio Wade admitía la posibilidad de una segunda vuelta electoral y aseguraba que, para ello, iba a buscar todas las alianzas posibles con partidos y candidatos de la oposición.
Ya confirmada la segunda vuelta electoral, que podría tener lugar el 18 o el 25 de marzo, Wade sabe que lo tiene crudo. Aunque la oposición fue incapaz de articular una propuesta unitaria y ponerse detrás de un sólo candidato en primera vuelta, la segunda ronda hará, salvo sorpresas, que todos arrimen el hombro para desalojar a Gorgui del Palacio Presidencial, tal y como le cantan los jóvenes desde la calle: “Nadem, nadem” (que te vayas, que te vayas, en lengua wolof).
Además del evidente triunfo de una democracia que muchos creían más frágil, otra de las conclusiones que se derivan del nuevo paisaje electoral senegalés es el castigo sufrido por las opciones de izquierda, que tendrán que articular nuevas propuestas y nuevas caras que puedan generar ilusión en los próximos años, la estrepitosa caída del otrora delfín de Wade, Idrissa Seck y la emergencia de nuevos candidatos que podrían tener mucho peso en el futuro, como Ibrahima, Fall y Cheikh Bamba Dièye.

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